Con la reciente noticia de que el Ayuntamiento de León ha aprobado la moción para constituir la autonomía de la Región Leonesa, algunos partidos políticos, así como medios de comunicación españoles, han puesto de manifiesto sus pocos conocimientos sobre la historia del país que dicen amar tanto.
Que haya un sentimiento leonesista no es nuevo, que la Región de León fuera la única región de la Transición en quedarse sin derecho a conformar su propia autonomía tampoco es nuevo, que se creara la Comunidad Autónoma de Castilla y Léon por «razones de Estado» y en contra de la voluntad de miles de personas que se manifestaron a favor de la autonomía leonesa tampoco es nuevo, que haya resurgido debido al centralismo de Valladolid y a la marginación socioeconómica que sufren las provincias leonesas tampoco es nuevo y no es nuevo tampoco que el Reino de León y el Reino de Granada sean los dos únicos Estados constituyentes de España en quedarse sin autogobierno.
Algunos quieren equiparar el regionalismo con el nacionalismo tachándolo de insolidario; otros lo tildan de chovinismo, cantonalismo o medievalismo que recuerda a los reinos de taifas. Lo que no entienden es que la autogestión del territorio, y más de un territorio tan extenso como las comunidades autónomas de Castilla y León o Andalucía, es la única manera de afrontar los asuntos de proximidad como la despoblación y la preservación de la propia identidad cultural, abocada a la desaparición debido a la aculturación que se ejerce desde sus respectivas capitales.
Y si la Comunidad Autónoma de Castilla y León se compone de dos regiones, la de Andalucía está formada por tres, todavía más diluidas en el tiempo, ya que ni siquiera lo refleja el nombre de la entidad administrativa y tampoco eran regiones separadas en el periodo previo al Estado de las Autonomías, como sí ocurría con la Región de León y Castilla la Vieja. Aun así, sí que hubo movimientos para reclamar la autonomía de Andalucía Oriental (antiguos Reinos de Granada y Jaén) e incluso de todo el Sureste, no así para Beturia, la gran olvidada.
Esto se debe a que tradicionalmente se ha dividido esta comunidad autónoma en dos, Andalucía Occidental y Andalucía Oriental, y se ha obviado que Sierra Morena no pertenece ni a la Depresión Bética ni a las Cordilleras Béticas, por lo que es una tercera región distinta de las otras dos. Esto es en gran parte debido a que tanto la Baja Andalucía como la Alta Andalucía han tenido importantes ciudades que han capitaneado sendas regiones. En el caso de Andalucía, anteriormente Córdoba y actualmente Sevilla. En el caso del Reino de Granada, antes Granada y ahora Málaga. Sin embargo, en el caso de Beturia, al carecer de un gran foco central de influencia, ya que en Sierra Morena no hay grandes ciudades, quedó en un segundo plano su notoriedad como región diferenciada.
REGIONES DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE ANDALUCÍA
BETURIA
Se corresponde con Sierra Morena y traspasa los límites autonómicos hasta el río Guadiana. Popularmente se le ha llamado Extremalucía, por su mezcolanza entre la cultura andaluza y extremeña. Forma parte de un espacio biogeográfico mayor, la dehesa, y del espacio cultural asturleonés. Engloba a la antigua cora (provincia) de Fahs al-Ballut (Balutia) y a la subregión de Turdulia o Beturia Túrdula.
ANDALUCÍA
Se corresponde con el Valle del Guadalquivir o Depresión Bética. Es la Andalucía propiamente dicha que con el paso del tiempo pasó a denominarse Baja Andalucía o Andalucía Occidental. Es la antigua Turdetania. Su cultura, sobre todo la sevillana, es la que se ha exportado como imagen única de toda la comunidad autónoma, en detrimento de las otras.
REINO DE GRANADA
Se corresponde con las Cordilleras Béticas o Sistemas Béticos, que transgreden también los límites autonómicos hasta Alicante, formando una región cultural mayor que se conoce como el Sureste. Se trata del histórico Reino de Granada, que más tarde fue llamado Alta Andalucía o Andalucía Oriental. Guarda cierta continuidad territorial con la Bastetania prerromana.